El Cadejo - Leyenda Nicaragüense - El Cadejo Blanco y el Cadejo Negro

Al igual que la Carreta Nagua y el Padre sin Cabeza, la leyenda del Cadejo goza de gran popularidad. No sólo en Nicaragua sino que en mesoamerica.

La historia general dice que es un perro fantasma o espectral grande, con radiantes ojos. Al parecer arrastra cadenas y se aparece a los borrachos para atormentarlos.

El Cadejo en Nicaragua

La leyenda del cadejo en Nicaragua narra que existen dos «Perrotes» uno Blanco y también uno negro. El de color blanco se trata de un cadejo benigno (bueno) y el otro maligno.

Esta leyenda está íntimamente relacionada a la creencia antigua, de que cada persona tiene un guardián (animal protector). Ejemplo los alebrijes en la película Coco producida por Pixar y distribuida por Disney.

Cadejo Blanco

Con respecto al «perro blanco», se dice que es un protector, un guía que acompaña al trasnochador fiestero hasta la puerta de su casa para que llegue sano y salvo.

Lo libra de malos espíritus, incluso del «perro negro», el hombre se siente respaldado al tenerlo como guardaespaldas.

El trasnochador que rechaza la compañía y trata de hacerle daño comete un grave error, el cadejo blanco se vuelve más grande, se lanza al agresor, lo derriba, lo revuelca y lo muerde; dejándolo mortalmente herido.

Cadejo Negro

En cambio el negro, es el enemigo declarado del hombre. Este aparece de forma similar al blanco a los trasnochados que vienen de hostales, fiestas o de visita en casa de algún amigo (ataca a personas de dudosa moral). Se dice que los ataca, los derriba dejándolos mal muertos.

Es un perrote fiero, con ojos con llamas de fuego.

Batalla entre Los Cadejos Blanco y el Negro

En cuanto a un hombre acompañado por el cadejo blanco además aparece el negro. El blanco distrae al negro para que el hombre pueda escapar. En otras ocasiones se produce una encarnizada batalla. En este caso el caminante que estaba siendo protegido por el cadejo blanco debe permanecer en el lugar de la contienda hasta que finalice la batalla.

Esa presencia en el lugar produce que el cadejo blanco sea el vencedor, al contar con el respaldo de su igual humano.